La anquiloglasia, término médico correcto para referirnos al frenillo lingual, es una pequeña membrana que une la cara inferior de la lengua con el suelo de la boca. Como nos indica el Dr. Rafael Ramírez, jefe de la unidad de Otorrinolaringología de IMED Valencia, se trata de un un resto del desarrollo embrionario cuando la lengua se separa del suelo de la boca hasta alcanzar su situación final.
“La presencia del frenillo en si no es un problema, pero si que debemos tenerlo en cuenta cuando aparecen alteraciones funcionales de la lengua”, afirma el doctor Ramírez. Normalmente el frenillo se manifiesta en el mismo nacimiento del bebe y se presenta como limitante durante la lactancia, dificultándola y produciendo problemas tanto a la madre como al bebe. Las asesoras de lactancia materna o las pediatras son las que suelen derivar estos casos a la unidad de Otorrinolarongología de IMED. “Debemos evaluar el frenillo tanto de forma anatómica como funcional y estudiar las limitaciones o complicaciones que provoca en el presente o provocará en el futuro”, manifiesta el doctor.
Conforme el niño va creciendo e incluso en el adulto, la presencia de un frenillo lingual no tratado puede producir problemas de salud según nos indica el experto.
Los primeros problemas aparecen en la lactancia porque dificulta que el bebé se agarre al pecho lo que provoca una succión débil y una inadecuada aportación de leche que puede llevar a una mala hidratación del bebé que dificulte su desarrollo. También puede producir dolor e infecciones en el pecho de la madre y, en muchas ocasiones, el fracaso de la lactancia como destaca Rafael Ramírez.
“En niños mayores y adultos, además de provocar una mala pronunciación en el habla, se pueden presentar desde problemas dentales como malposición o caries precoz al tener dificultad para la limpieza que realiza la lengua. También pueden aparecerr alteración del desarrollo del esqueleto facial con presencia de ronquido, apnea del sueño o dificultad para la respiración nasal debido al desarrollo de un paladar ojival. Los problemas para la deglución de sólidos también suelen ser frecuentes”.
Existen varias clasificaciones que nos pueden dar una idea de cómo van a afectar las características del frenillo lingual al desarrollo del paciente. Unas son de tipo anatómico y otras son de tipo funcional. Habitualmente se combinan estas clasificaciones en herramientas diagnósticas como el test de la lengüita, el BTAT o Hazelbaker. Estos test nos ofrecen una puntuación que nos da una idea de la severidad del problema. Coloquialmente hablamos de frenillo normal, frenillo corto o en su grado máximo de lengua presa, pero eso no es exacto.
Cirugía
Para valorar la idoneidad o no de una intervención quirúrgica intervienen varios factores como nos indica el doctor Ramírez. “En IMED Valencia contamos con un equipo multidisciplinar que evalua cada caso, desde la pediatra, el asesor de lactancia, el equipo de Otorrinolaringología hasta el propio cirujano. Antiguamente eran las propias matronas las que realizaban la frenulectomía en la propia sala de partos cuando veían un frenillo evidente, pero con los años se ha visto que esto no es necesario, ya que muchos de estos frenillos tienen la elasticidad suficiente como para no producir problemas en el paciente.”.
Actualmente se valora con criterios no solo anatómicos, sino también funcionales la necesidad o no de realizar una cirugía. “Como norma general, yo diría que si existen problemas de lactancia se debe hacer lo antes posible, no urgentemente, pero pronto. Lo ideal es estabilizar la pérdida de peso del niño y su hidratación y proceder a la cirugía. Si no existe este tipo de problemas lo podemos posponer hasta los 3-4 años.
En adultos también tiene que ser tomada en cuenta cuando aparecen problemas en el desarrollo facial y en pacientes con apnea del sueño”, afirma el doctor.
Se trata de una intervención relativamente sencilla pero con ciertos aspectos a tener en cuenta como el sangrado y una correcta cicatrización que evite las adherencias que nos lleven a la misma situación que teníamos antes. El uso de herramientas como el bisturí eléctrico, el láser reducen la posibilidad de sangrado durante el procedimiento y la rehabilitación tras la cirugía es muy importante para reducir la posibilidad de una mala cicatrización que vuelva a fijar la lengua. De ahí la importancia que el Dr. Ramírez otorga a que este tipo de intervenciones se realicen en un entorno hospitalario multidisciplina